La alimentación, una responsabilidad de todos

¿Alguna vez te has preguntado cuántos recursos humanos, naturales, económicos y productivos son necesarios para cualquiera de las comidas que haces al día, desde el desayuno hasta la cena? ¿Y sobre el impacto en el medio ambiente que se genera tras la utilización de esos recursos?

El 16 de octubre se conmemora el Día Mundial de la Alimentación 2021, un hito que nos recuerda que todos somos responsables de dar respuesta a esas preguntas para que la alimentación no solo sea más saludable sino también lo más sostenible posible.

Este año, la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) pone el acento en que cada uno de los alimentos que consumimos influyen no solo en nuestra salud, sino también en la del planeta. Cada vez que comemos intervenimos en el sistema agroalimentario y debemos ser conscientes de ello. Somos parte importante del problema, pero también de la solución.

Las cifras son inquietantes a todos los niveles y la pandemia las ha empeorado. No es un problema de falta de alimentos, ya que los estudios demuestran que hay alimentos suficientes para alimentar a los más de 7.000 millones de personas. Sin embargo, los sistemas agroalimentarios en la mayoría de los casos no son sostenibles, ni justos. Necesitamos sistemas agroalimentarios sostenibles que sean capaces de alimentar a 10.000 millones de personas en 2050.

Según cifras de la FAO, se estima que:

  • Hay más de 800 millones de personas en estado de hambre.
  • La obesidad y el sobrepeso siguen aumentando a nivel mundial. En concreto, 2.000 millones de personas las padecen, derivando en unos costes de atención sanitaria cercanos a los 1.3 billones de dólares estimados para el año 2030.
  • Más de 3.000 millones de personas no pueden permitirse una dieta saludable.
  • El 14% de los alimentos del mundo se pierde durante las primeras fases de la cadena alimentaria y el 17% se desperdicia por parte de los consumidores.

Repasando estas cifras, podemos ver que estamos muy lejos de alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) adoptados, allá por el 2015, por la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU). Recordemos que el número 2 era “hambre cero” y se describía como: “Poner fin al hambre, lograr la seguridad alimentaria y la mejora de la nutrición, promover la agricultura sostenible…”.

Los problemas alimentarios también tienen relación con hábitos de vida no saludables y, para ello, se redactó el ODS 12: Producción y Consumo Responsables, en el campo de la reducción del desperdicio alimentario. Por otro lado, el ODS 4: Educación de Calidad, pone el acento en uno de los ámbitos más importantes para resolver problemas de malnutrición en la infancia y para educar en los modos de alimentación saludable.

En este sentido, todos los agentes deben entrar a formar parte de las soluciones. Los gobiernos adoptando políticas nuevas que promuevan la producción sostenible de alimentos nutritivos y asequibles, y facilitando la participación de los agricultores y ganaderos. Estas nuevas políticas han de considerar las conexiones existentes entre todos los agentes y campos que influyen en los sistemas alimentarios tales como la educación, la salud, la energía, la protección social y las finanzas.

Asimismo, es conveniente que estos esfuerzos sean respaldados por un aumento considerable de la inversión responsable y un apoyo enérgico para reducir los impactos medioambientales y sociales negativos en todos los sectores, especialmente el sector privado, la sociedad civil, los investigadores y el ámbito académico.

En la Cumbre de la ONU sobre los Sistemas Alimentarios que se celebró el pasado 23 de septiembre ha quedado patente que una de las primeras necesidades es que exista una conexión de buena gobernanza entre las decisiones que se toman en el ámbito local y las del ámbito nacional para poder debatir posteriormente sobre las globales, llegando a soluciones operativas que conecten lo local con lo supranacional y que la incorporación de los jóvenes a la toma y discusión de esas decisiones sea garantía de futuro.

Las personas somos parte esencial en el cambio hacia una alimentación saludable y sostenible, porque somos, con nuestras decisiones y elecciones, los que iniciamos la acción sobre los sistemas agroalimentarios.

Lograr soluciones globales pasa por generar relaciones y conexiones de valor entre todos los agentes del ecosistema de los sistemas agroalimentarios, las personas, las asociaciones, los productores, los fabricantes, los medios de comunicación, el mundo académico y científico y la administración local, nacional y europea, para establecer proyectos que ayuden y contribuyan a alcanzar las metas de los ODS empezando por nosotros mismos.

Alfonso Perote

Responsable del área de Alimentación, Nutrición y Salud de LEVIN Institutional Health Affairs

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