Entendimiento necesario entre ciencia, política y sociedad: No miremos a otro lado

Dos meses después del anuncio de la pandemia, que nos llevó a todos a la situación sin precedente de confinamiento, llegó a mis manos el artículo El coronavirus baja a la ciencia de su pedestal, ¿habrá una crisis de confianza?, del periodista científico Sergio Ferrer. En el mismo describía cómo “la búsqueda de soluciones contra la COVID-19 nos está mostrando en directo la importancia del conocimiento científico. Sin embargo, en ocasiones se desprecia como base para tomar decisiones políticas y, en el otro extremo, se le exige un poder de predicción absoluto que no tiene”. Y se preguntaba “¿Cómo cambiará la imagen social de la ciencia? ¿Aprenderemos a valorarla tal y como es?”

Casi dos años después del inicio de la pandemia, y en medio de una sexta ola por coronavirus y de movimientos antivacunas, se ha estrenado en una conocida plataforma audiovisual la película en clave de comedia, No mires arriba, una sátira en la que, por resumirlo de forma rápida, se muestra la falta de entendimiento entre la ciencia y la política, al tiempo que también nos salpica a todos como sociedad por suponer una crítica a nuestra relación con la ciencia. En la película esto mismo adquiere su crítica más mordaz cuando los hechos descritos aparecen trufados en una suerte de reality show o cuando se politizan y polarizan los argumentos científicos.

Sin embargo, y más allá de lo dicho, habría otra lectura, en la queda una defensa de la ciencia como una forma de entender el mundo, nuestra realidad y de protegernos, y que en la ficción de Hollywood no recibe ningún tipo de apoyo, de escucha o de consideración.

En esta línea, y saltando de la ficción la realidad, muchos podríamos coincidir en que puede que la pandemia haya demostrado la importancia de la ciencia, pero que aún quedaría la duda de si esta idea ha cuajado profundamente entre la sociedad y los políticos. ¿por qué? Según voces expertas, quizá porque no entendemos el funcionamiento de la ciencia y del conocimiento, el cual se basa en muchas ocasiones de aprendizajes imprevistos y no intencionales en un primer momento de las investigaciones. Algo que tanto políticos como sociedad debiéramos interiorizar.

Recientemente, ha llegado también a mis manos un ensayo de Lorenzo Melchor, policy analyst en la Comisión Europea, y publicado en la Revista de Occidente, Fronteras entre ciencia y política en España. Este ensayo arranca con la visión de los científicos de José Ortega y Gasset en su libro La rebelión de las masas, en el que, de acuerdo con el autor, Ortega une ciencia y política alertando de los peligros que supondrían para la sociedad que los científicos se comportaran como masa y que la política fuese dominada por el autoritarismo.

En su ensayo Melchor afirma “tras un siglo, la pandemia COVID-19 ha confirmado la necesaria unión de ciencia y política para que las democracias resistan amenazas externas e internas. La pandemia se une a la plétora de retos globales –el cambio climático, la transición energética, el envejecimiento demográfico, la automatización, el Big Data, las grandes migraciones, o la globalización– que tensan nuestras sociedades. Estos retos son problemas complejos de difícil formulación, urgentes, sin clara solución y fuertemente relacionados entre sí (Rittel & Webber, 1973)”.

En este sentido, la pandemia también nos ha dejado claros ejemplos de entendimiento, desde el primer día, en la que se ha visibilizado una colaboración público-privada ya existente y que ha sido indispensable para salir de la pandemia, encontrando con rapidez soluciones a la misma en forma de vacunas, de tratamientos y de test diagnósticos.

Todo ello redunda en la idea que más que nunca necesita haber un necesario entendimiento entre política, ciencia y sociedad y que no se trata de mirar a otro lado.

Pie de foto: Frame de película ‘Don´t look up’ (2021) de Netflix.

Juana María Godoy Rico

Manager de asuntos públicos y comunicación en LEVIN Institutional Health Affairs

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