“Fake news” en salud, ¡que no te la cuelen!

Informaciones falsas, noticias engañosas, bulos… El término “fake news”, según la Comisión Europea, hace referencia a “información demostrablemente falsa o incorrecta que es elaborada, presentada y difundida para obtener una ganancia económica,para engañar de forma maliciosa al público o para causar un daño”, ya sea reputacional o económico.  

Algunos de estos rumores responden a personas que buscan protagonismo, otros a quienes pretenden obtener un beneficio económico al fomentar el miedo o al dañar la reputación de sus competidores y, en el ámbito de la salud, no faltan los grupos -a menudo ligados a pseudociencias- que sostienen que la industria y los gobiernos conspiran para enriquecerse con enfermedades inventadas y virus ocultos en medicamentos o vacunas. 

Pese a que la desinformación no es un fenómeno nuevo (la primera ´fake news´de la Historia Contemporánea data de 1835), para los expertos, la incorporación masiva de los medios digitales como vía de información y comunicación, ha facilitado su auge.  

En la actualidad, la desinformación es una de las grandes preocupaciones para los Estados, las instituciones, los medios y los ciudadanos por su capacidad para erosionar la estabilidad social y para manipular la opinión pública.  

Y, si hablamos de salud, el riesgo es todavía mayor porque nos pueden llevar, incluso, a poner en riesgo nuestra propia vida haciendo que abandonemos un tratamiento, que hagamos uso de productos sin propiedades terapéuticas o incluso dañinos para nuestro organismo, o negándonos a vacunarnos con el riesgo para la salud propia y de la comunidad que eso puede suponer.  

¿Recuerdas aquel bulo que se propagó durante la pandemia COVID-19 que aseguraba que beber etanol o lejía prevenía el contagio? ¿O el que aseguraba que con la vacuna nos implantaban un chip o nos introducían grafeno? El propio Donald Trump aseguró públicamente que la covid podría tratarse con inyecciones de desinfectante, lo que produjo varios ingresos por intoxicación con lejía en EE UU. 

Y es que las noticias falsas en el ámbito sanitario se aprovechan de emociones como el miedo o la incertidumbre para falsear contenidos, de ahí que se produjera un boom durante la pandemia, que se ha mantenido hasta nuestros días. Y es que, por increíble que parezca, en las RRSS podemos encontrar afirmaciones tan peligrosas como que “las cremas solares son tóxicas” o que “la mamografía puede producir cáncer”.  

Las “fake news” en datos:  

  • Las redes sociales se sitúan como el principal canal de difusión de bulos (45%), mientras que WhatsApp y otras aplicaciones de mensajería instantánea se encuentran en segundo puesto con un 25% del total, según la cuarta oleada del Estudio Sobre Bulos en Salud de la SEMG.  
  • El 71% de la población española consumió información falsa o engañosa en 2022, según el último informe del Reuters Institute for the Study of Journalism.  
  • Tras Portugal, España es el país europeo con mayor población preocupada por la veracidad de las noticias online, un 62%, según el mismo informe.  

¿Cómo evitar que nos la cuelen?  

Como consumidor de información, acude siempre a fuentes oficiales y fiables, como el Ministerio de Sanidad, la OMS, agencias de noticias o sociedades científicas. Y, si accedes a una información de dudosa procedencia, contrástala siempre en varios medios o comprueba su veracidad en plataformas de factchecking como Maldita, Newtral, SaludsinBulos o EFE Verifica. Por último, no difundas ninguna información si no has comprobado su autenticidad.  

¿Y qué hay de las personas que nos dedicamos a la información?  

Las personas, agencias o consultoras dedicadas a la comunicación sanitaria tenemos el deber y la obligación de luchar contra la desinformación que afecta a la salud pública.  

Y es que la tarea de luchar contra los bulos nos compete a todos. No solo a la ciudadanía, a las administraciones públicas o a los medios. También a los profesionales de la comunicación, que disponemos de herramientas y mecanismos para activar la escucha social esencial para combatir las “fake news”.  

En este contexto, surge una figura de especial relevancia que ha cobrado un gran protagonismo en los últimos años: el consultor científico. Estos profesionales, con conocimientos especializados en campos como la biotecnología o la farmacia, nos ayudan a que la información que transmitimos sobre temas complejos relacionados con la salud sea veraz, rigurosa y entendible para el público general.  

Ahora, el reto que se nos plantea es como combatir la “intoxicación” de la información sanitaria en un escenario en el que las redes sociales dan voz indistintamente a individuos particulares y a instituciones solventes, sociedades científicas o medios de comunicación; en el que las plataformas convierten en viral un mensaje sin importar su contenido; y en el que los algoritmos premian lo popular por encima de lo veraz.  

Y todo ello, en un contexto de crisis de representatividad en las instituciones, de credibilidad que en la prensa y de transparencia en el mundo de la ciencia.  

 ¿Lograremos encontrar una solución al problema de las “fake news”? ¿Podrá la IA ser un aliado? El tiempo lo dirá. Mientras tanto, desde Levin seguiremos trabajando para que la información que recibas relacionada con salud sea rigurosa, fiable y comprensible para todos.  

¡Seguiremos informando!  

Sara Mancebo

Consultora de Comunicación y RRII

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