Día Mundial del Corazón: concienciación para la prevención y control
‘Un Mundo, un Hogar, un Corazón’ es el lema con el que en 2021 arranca el Día Mundial del Corazón, jornada con el que cada año se pretende concienciar a la población mundial sobre la importancia de la prevención, el control y el tratamiento de las enfermedades cardiovasculares (ECV). A este efecto, mantener hábitos cardiosaludables como actitud en la vida es fundamental.
Y es que las ECV constituyen la principal causa de muerte en todo el mundo. De hecho, han sido la causa de 6,2 millones de muertes en personas de 30 y 70 años en 2019[i] con un aumento de la prevalencia del 50% en las últimas tres décadasi. Aparte de las consecuencias en términos de morbilidad y de mortalidad, las ECV también suponen un impacto económico directo e indirecto tremendo y creciente, provocando importantes consecuencias en la esfera socioeconómica.
Teniendo en cuenta las cifras alarmantes, a nivel internacional se ha puesto en relieve la necesidad de abordar de forma urgente este problema de salud pública mediante la aplicación de medidas de intervención preventivas y de políticas de salud, para cumplir con los Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas y lograr al menos, una reducción del 30 % en la mortalidad prematura por enfermedades no transmisibles en el año 2030, dentro de las que se engloban las ECV.
Estas enfermedades son aquellas que afectan al corazón o a los vasos sanguíneos como la hipertensión arterial, la enfermedad coronaria, la enfermedad valvular cardiaca, el accidente cerebrovascular (trombosis o derrame cerebral) y la enfermedad cardiaca reumática. Dentro de sus principales factores de riesgo se encuentran el colesterol elevado, el tabaquismo, la diabetes, la presión arterial alta y la obesidad, la contaminación del aire, el sedentarismo, una mala dieta, entre otros factores que pueden favorecer su desarrollo.
Con relación a esto, en el contexto de confinamiento domiciliario derivado de la pandemia por COVID-19, los expertos señalan que ha habido un empeoramiento generalizado de los hábitos de vida saludables, con una mayor ingesta de alimentos procesados, sobrepeso, mayor sedentarismo y posibilidades reducidas de la práctica de deporte al aire libre.
Para los 520 millones de personas que ya conviven con enfermedades cardiovasculares[ii] en el mundo, la pandemia de la COVID-19 ha tenido un impacto aún mayor. En este sentido, han corrido más riesgo de desarrollar complicaciones porque cualquier infección podría producirles una sobrecarga en el corazón, pudiendo afectar a su buen funcionamiento y, en el caso de este virus, existe también la posibilidad de que se dé un proceso inflamatorio en el músculo cardíaco.
Por estos motivos, las personas con alguna dolencia cardiovascular han sido incluidas dentro del grupo de población que se considera vulnerable frente a una infección por COVID-19, incluyendo pacientes que sufran insuficiencia cardíaca o hipertensión, así como quienes hayan pasado por un infarto de miocardio o un trasplante de corazón Por eso, ha sido esencial que quienes tuvieran este tipo de patologías crónicas extremaran las precauciones relacionadas con la higiene y la distancia social y cuidaran especialmente su salud, siguiendo siempre las recomendaciones de su médico.
Para ayudar reducir significativamente la incidencia de ECV en la población general, los expertos ponen el acento en la recuperación y refuerzo de las estrategias de prevención primaria que se dirigen a los factores de riesgo que sí son modificables. Estos son, los factores dietéticos y la salud cardiovascular con las siguientes recomendaciones:
– Seguir una dieta saludable, equilibrada y rica verduras, frutas, legumbres y cereales integrales, una ingesta limitada en grasas saturadas, sal y azúcares y no abusar del alcohol.
– Hacer ejercicio de forma regular al menos 30 minutos cinco veces por semana de actividad intensa o moderada. Si las circunstancias personales no lo permiten, actividades como ir caminando al trabajo, subir por las escaleras y realizar tareas en casa, también son opciones saludables para mantenerse activo.
– Abstenerse de fumar. El tabaquismo no solo es uno de los principales factores de riesgo de enfermedad cardiovascular, sino que también puede ser factor desencadenante de cáncer de pulmón, tumores en la boca y, laringe, entre otros, o Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica (EPOC).
– En la misma línea. es igualmente importante el control y adecuado tratamiento de otros factores de riesgo como vigilar la glucosa en sangre, la hipertensión arterial y los niveles de colesterol.
– Mantener un descanso adecuado. Según la European Journal of Preventive Cardiology, las personas que, además de llevar los anteriores hábitos de vida saludables, duermen un mínimo de siete horas al día, reducen hasta en un 65% el riesgo de sufrir enfermedades cardiovasculares[iii].
Para aumentar los niveles de concienciación y el calado tanto de las medidas de prevención primaria en población general, como las medidas de control y seguimiento de las personas que conviven con ECV, no solo es necesaria la buena comunicación médico-paciente sino que también benefician las campañas globales de concienciación y formación; la unificación del discurso y su adaptación para los diferentes canales e interlocutores como grupos de pacientes, profesionales sanitarios, administración pública y población general.
Raquel Bodas
Consultora Senior de Relaciones Institucionales y Comunicación de LEVIN Institutional Health Affairs
[i] Gregory A. Roth, George A. Mensah, Valentin Fuster.
The Global Burden of Cardiovascular Diseases and Risks
Journal of the American College of Cardiology, Volume 76, Issue 25, 22 December 2020, Pages 2980-2981
[ii] Datos de la World Heart Federation
[iii] Hoevenaar-Blom MP, Spijkerman AM, Kromhout D, Verschuren WM. Sufficient sleep duration contributes to lower cardiovascular disease risk in addition to four traditional lifestyle factors: the MORGEN study. European Journal of Preventive Cardiology. 2014;21(11):1367-1375. doi:10.1177/2047487313493057